lunes, 17 de diciembre de 2012

Trapecios del Alma, por Roberto Ornan Roche, Febrero 2006

Trapecios del Alma

Por Roberto Ornan Roche (Febrero 2006)

 

El trapecista permanece sereno sobre su alto lugar, la red protectora ya no parece demasiado débil y estrecha como cuando era un novato, hace ya mucho tiempo.

 

Ni siquiera tiene en cuenta la posibilidad de un error, sus manos se muestran seguras y serenas.

 

Del otro lado le esperan otras manos, de aquel que miles de veces no ha fallado en el momento exacto de sujetarle.

 

II

 

Existen momentos que son como trapecios del alma. Entonces nos toca decidir con todas las fuerzas del corazón si queremos liberarnos de nuestra pesada carga y confiar en las manos de Dios.

 

Aunque ahora tenemos muchos retos e interrogantes, antes nada nos motivaba a creer en la verdad, la fe parecía perdida y las promesas sonaban discordes y lejanas como viejos recuerdos.

 

Dios nos tomó cuando pensábamos caeríamos estrepitosamente y hoy todo depende de nuestra propia confianza en sus promesas.

 

III

 

Va a comenzar el primer acto acrobático, pero en el público hay un cristiano que piensa es muy difícil creer y confiar en Dios si se miran sin madurez cristiana las cosas tristes que suceden a nuestro derredor y en nuestra propia vida.

 

Él cree que sin fe es imposible creer en Dios y que para poder tener una fe efectiva y real, primeramente hay que entender el por qué a veces nos quedamos sin nada en las manos.

 

En algunos momentos, él se ha sentido como un trapecista. Ha sentido que quiere cosas que quizás nunca alcanzará; sin embargo, cuando existe algo que puede desviarle de ese camino o hacerlo del todo imposible, entonces su corazón se llena de pesar imaginando que toda la vida va a lamentar el abandonar su mayor anhelo, aun cuando todo parecía aparentemente perdido.

 

Miles de veces le ha preguntado a Dios cómo quitar su dolor y en medio de la prueba por momentos siente que no tiene una red protectora para intentar una vez más un milagro para su vida. Cuando pierde la fe puede percibir que su vida se desmorona y los amigos ya no dicen nada nuevo ni alentador.

 

IV

 

Los trapecios del alma significan "soltarse" a las manos de Dios, confiar en su brazo y mantener la fe viva.

 

Es verdad que duelen las muñecas, que están acalambradas y rojas de estar tanto tiempo asidas a esfuerzos propios. Tienen hinchazón y mucho dolor, pero qué sucederá entonces si abandonan la búsqueda del milagro más hermoso e importante.

 

V

 

Los trapecistas se mecen por la inercia de su último acto, mientras el público les aplaude. Un momento antes todos los sentidos estaban en las manos, en la ejecución de cada acrobacia.

 

Ahora el corazón mira a la gente y un suspiro se escapa de los pechos agitados. Los rostros muestran una sonrisa que parece ajena y plástica, pero todo fue un éxito rotundo.

 

En medio de la multitud, un cristiano piensa en los "trapecios de su alma". Por un momento su mente se distrae de acompañar al público que le rodea en el ferviente aplauso; entonces sólo medita en todas las veces cuando se sintió como uno de esos trapecistas. Cuando no vivió la vida que el mundo le ofrecía y tomaba el difícil camino de la fe.

 

Por la mano bendita de Dios, los actos de trapecio de su corazón fueron exitosos. Lo entregó todo cuando parecía estar perdido; y a cambio de la fe de su corazón, encontró un mejor destino para su vida y para su propia alma.

 

Sentía estar recibiendo todos esos aplausos desde el cielo. Era simplemente un trapecista más. Las manos de Dios lo habían salvado.

 

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(Roberto Ornan Roche, es un escritor cristiano cubano, ha sido publicado por varias revistas cristianas de diferentes denominaciones evangélicas). También posee su libro en venta internacionalmente en Amazon:

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